jueves, 20 de enero de 2011

Reflexión autoindulgente

En la Antigua Grecia el papel más importante que se podía desempeñar en la sociedad era el de filósofo: un hombre que vive de pensar y para pensar. Si bien esto sucedía porque existía la esclavitud, trabajar era considerado una actividad de seres inferiores, no deja de ser genial.
Abelardo Castillo me dijo que Kant decía que el que es escritor se tiene que dedicar de lleno a la escritura, o dedicarse a otra cosa.
Yo estoy lejos de dedicarme de lleno a escribir, pero ¿cuánta gente de mi generación se dedica de lleno a algo?.

Nacimos con la hiperinflación, crecimos y vivimos en los de la dispersión. Un sueldo sólo no alcanza para sostener a un hogar, una profesión a veces tampoco.

Vivimos con la atención fraccionada. En la era de la internet chateamos (hablamos) con tres, cuatro cinco personas al tiempo que navegamos por varias páginas a la vez y escuchamos música. En el apogeo de la piratería no terminamos de catar un disco que ya estamos bajando otro.

No sólo vivimos con naturalidad la cultura del simultáneo, si no que además tenemos encima la carga de generaciones anteriores que nos bombardea con su visión algo apocalíptica de este nuevo mundo donde nada es garantía de nada, donde a nada nos podemos aferrar.

Dijo Kant que si no nos dedicamos de lleno a escribir ni nos molestemos en gastar una hoja en eso.
Pero a mí en estos tiempos de la dispersión, en estos tiempos del webeo, del boludeo, del boludeo al otro, en estos tiempos del catálogo cibernético; a mí, escribir me gusta...

1 comentario:

  1. Eso de la importancia de la filosofía no sería "vendido" solamente por los filósofos? Qué de los estrategas?
    Divino lo tuyo

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