jueves, 28 de abril de 2011

Cajas de cabezas

Como ya dije en posteos anteriores cuando uno viaja mucho empieza a pensar más cosas para escribir.

Esta semana estaba viajando en los últimos asientos un 152 particularmente colorido, un día particularmente soleado, y me puse a mirar las muchas nucas y cabezas que tenía delante mío.
Entonces me acordé de que según Galeano los humanos vistos desde arriba somos un mar de fueguitos, y me puse a pensar cuántas vidas tenía delante mío en ese momento.

Las personas tenemos un fuego interior que se externaliza, una luz, sombras, tierra, ira, alegría, historia.

Cada uno pasea por la vida con su fuego a cuestas y su historia, que también es la historia de muchos otros, colgada del cuello como los cuadernitos de los nenes que van al jardín.

Miré cada cabeza de color, lacia, ondulada, calva, canosa, grande, chica; y descubrí que estaba frente a un muestrario de cajitas cerradas con candado.

Estas cajitas llegan a destino y se abren para mostrar sus telas coloridas, su retazos de historia. Sólo muestran las que quieren, o las que elijen.

Salvo que por alguna ocasión inesperada se les caiga un pedacito de tela que no pensaban mostrar; como le pasó a la cajita del fondo del colectivo que, sorprendida ante el espectáculo de tantos pequeños mundos, dejó caer el retazo de una sonrisa y casi se baja en otra parada.

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