Era famoso por su desenvoltura. Su simpatía y su carisma le arrancaban sonrisas a propios y ajenos. A veces también envidias.
No obstante cuando aparecía Ella se anulaba. Las palabras inteligentes chocaban en masa contra el muro de su boca cerrada.
¿Cómo puede ser ─le preguntó un amigo ─que hables delante de todos pero cuando está Ella, no?
En verdad ─respondió desolado ─hablar ante mil ojos es hablar ante ninguno. Pero hablar ante sus ojos...esos sí son ojos de verdad.
Bien!
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